viernes, 6 de agosto de 2010

Gonzalo de Berceo, Milagros de Nuestra Señora

Primer poeta castellano de nombre conocido. Nació en Berceo, La Rioja, en los últimos años del siglo XII. Se educó en el monasterio de San Millán de Suso y se supone que tuvo alguna relación con la Universidad de Palencia, la más antigua de España. Con él se inicia el mester de clerecía, pero el cuidado de la métrica que este mester exige, la sujeción a la cuaderna vía, no excluye una preocupación por hacer inteligible a sus oyentes y lectores los temas religiosos dominantes en toda su obra, en la que no faltan rasgos de humor. Sobre la actitud de Berceo como escritor se ha especulado bastante, y la crítica ahora suele coincidir en que más que un autor con conciencia de tal y deseo crear una obra original, se trata de un hombre culto e instruido que quiere adaptar para el pueblo las historias sobre santos y milagros que están recogidas en los libros de su monasterio y que él conoce bien. Pero cuando se pone a la labor de adaptar no sigue el texto fielmente sino que intercala muchos elementos, sucesos, pasajes, anécdotas de su cosecha, bien por gusto personal -estilo de autor- bien porque considera que con estos añadidos se entenderá mejor la historia que quiere contar. Su obra abarca vidas de santos, como la ya citada, además de la Vida de San Millán, Vida de Santa Oria y el Martirio de San Lorenzo; un poema sobre El sacrificio de la Misa; De los signos que acaescerán antes del juicio, dentro de la tradición de la literatura apocalíptica; poemas marianos como los Loores de Nuestra Señora, el Duelo que hizo la Virgen el día de la Pasión de su Hijo y los Milagros de Nuestra Señora, que abarca 25 milagros de la Virgen precedidos por una introducción alegórica. Varios autores modernos y contemporáneos han escrito en homenaje a Berceo: Ramón Pérez de Ayala (poema “La paz del sendero”), Rubén Darío (“A Maestre Gonzalo de Berceo”), Manuel Machado (“Retablo”) y Antonio Machado (“Mis poetas”).


Milagro XIV:
Berceo sitúa el poema en el monasterio de San Miguel de la Tumba, que está situado en el monte Saint-Michel, en Normandía (Francia). El edificio se encuentra sobre un islote al que llamaban La Tumba porque quedaba rodeado por el mar cuando subía la marea, lo que provocaba que algunos visitantes murieran ahogados. El monasterio se incendió en varias ocasiones. El fuego que describe Berceo se produjo en la mañana del Viernes Santo de 1112.

Página en Cervantes Virtual sobre Berceo (vida y obra).

Para recordar la teoría del Mester de Clerecía podéis revisar esta entrada del blog.

El Mester de Juglaría y el Mester de Clerecía


En este material encontraréis explicadas brevemente las características básicas del Mester de Clerecía (y de Gonzalo de Berceo como principal representante), además de las del Mester de Juglaría, con el Poema de Mio Cid como obra destacada.

El Cantar de mio Cid

El Cantar de mío Cid fue escrito hacia 1140 según Menéndez Pidal (Clásicos Castellanos, Madrid, 1913), el gran comentador de esta obra, 40 años después de la muerte (1099) del Cid. El Cid nació en Vivar, aldea cercana a la ciudad de Burgos en 1043. Por sus hazañas ganó el nombre de Campidoctor en las crónicas latinas y Campeador en los relatos vernáculos. «Mío Cid» es árabe (Sayyidi > mi señor). Se educó en la corte del rey Fernando I (el Magno). Fue alférez del rey Sancho II, --quien murió asesinado el 7 de octubre de 1072 en el cerco de Zamora--, pero no gran amigo de Alfonso VI, su sucesor, quien lo desterró en 1081-87 y de nuevo en 1087-92. Se mantuvo siempre fiel al rey, sus hijas se casaron con nobles, conquistó Valencia de los moros en 1094 y murió en 1099 (a los 56 años) en esa misma ciudad. Fue enterrado en el monasterio de San Pedro de Cardeña por su esposa Jimena Díaz y una vez más Valencia se abandonó a los musulmanes.

Se divide el poema en 3 partes (MP), 3.370 versos y 152 tiradas de un promedio de 3 a 185 versos.

El primer cantar (29%) es sobre el destierro del Cid de Castilla por Alfonso VI (hasta el verso 1.085); el segundo (32%) cuenta la conquista de Valencia y las bodas de las hijas del Cid (hasta el 2.277); el tercero (39%) (hasta el final, v. 3.730) es sobre la afrenta hecha por los esposos de las hijas del Cid, la justicia que el Cid le pide al rey, y el casamineto de las hijas con príncipes, uno de Navarra, otro de Aragón. El poema es histórico y el poeta no usa recursos fantásticos cono en las epopeyas francesas, Chanson de Roland, por ejemplo, o Beowulf. El Cid no es un ser mítico ni sobrehumano sino un ser humano, de valor personal, astucia, lealtad al rey, amor familiar, fe religiosa, y sentido de justicia. Es un vasallo obediente que permanece fiel al rey a pesar de su injusticia. Pertenece al tipo de literatura de expansión del siglo XIII, para alentar a reclutas a luchar contra los moros después de 1212 (Navas de Tolosa).

Este espíritu de expansión prefigura el espírutu de expansión de los conquistadores de América en el siglo XVI.

El juglar de Medinaceli que cantó este cantar es sobrio en su dramatización, con ciertas gotas de lirismo y de humor. Nunca olvida a su público.

Estos cantares pertenecen a una tradición oral, siendo estas epopeyas cantadas por juglares o mesteres (ministros) de juglería, cuyo trabajo era sólo memorizar, cantar y dramatizar las obras pero no componerlas.


Cantar de Mio Cid (presentación)

Este enlace os llevará a una página que contiene, además de información muy útil sobre el VIII centenario del Poema de Mio Cid, un vídeo en el que Teresa Malo de Molina comenta algunas cuestiones sobre esta obra. Además, podemos ojear la edición facsimilar de la misma, guardada en la Biblioteca Nacional, en Madrid.

La lírica tradicional

La lírica tradicional medieval (tanto las jarchas, como las cantigas d’amigo o

los villancicos castellanos) tiene como tema principal la queja amorosa puesta en boca de una mujer. Esta suele dirigirse a su madre, a sus hermanas o amigas (confidentes), a la naturaleza o, directamente a su amado y se lamenta de la ausencia del amado, de que este no acuda a la cita o de que el alba y el canto del gallo termine con el encuentro amoroso (albadas y alboradas )…

La lírica popular se da básicamente en el contexto rural de la sociedad medieval; no es extraño, por tanto, que en esta poesía se empleen con frecuencia los elementos de la naturaleza como referentes simbólicos del amor. Así por ejemplo, el mes de mayoo los almendros en flor, símbolos del renacimiento primaveral de la naturaleza, lo son también del sentimiento amoroso.

Estos poemas también son ilustrativos de cómo y dónde se producían los encuentros amorosos: las romerías, la fuente o el río (a dónde se iba a lavar) eran sitios para el amor. El vergel, la vega o la ribera del río, el bosque o el monte eran también lugares propicios, aunque los segundos tenían la connotación de lugar salvaje en donde la dama podía correr peligro.

En cuanto a la hora de la cita amorosa, acostumbraba a ser nocturna y la medianoche y el alba solían ser los límites del encuentro amoroso. Las fechas más propicias estaban relacionadas con los ritos sociales, naturales y culturales: la primavera (abril y mayo), San Juan (el solsticio de verano) o las celebraciones eran una buena ocasión; por eso hay canciones de romería, de primavera (mayas), de siega, de siembra…

En la lírica tradicional también se reflejan los usos amorosos de la época: abundan los poemas de “malcasada” o “malmaridada” o de muchachas que son inducidas a entrar al convento pese a su voluntad. También se refleja el miedo a perder la virginidad y quedar deshonradas. La rosa, el jardín o los cabellos (sueltos) son un símbolo de la virginidad que se pierde. Peinarse, bañarse, coger la flor, lavarse o remover el agua son acciones que aluden a la entrega amorosa.

La dama podía ser representada como una garza o una cierva que resultaba cazada por el caballero.

Aparecen también otros tópicos literarios como el de los Oculos sicarii.


Las jarchas


Jarcha es una palabra árabe que significa salida o finida. Las jarchas son unas pequeñas cancioncillas romances -los más antiguos vestigios de la lírica popular europea- análogas a nuestros antiguos "villancicos" (en su sentido antiguo) o a nuestras actuales coplas y cantares. Estas cancioncillas están situadas al final de unos poemas árabes o hebreos (imitación estos últimos de los árabes) llamados moaxajas; género inventado en la Andalucía musulmana entre las postrimerías del siglo IX y los comienzos del X. Parece ser que las moaxajas se construían tomando por base esas cancioncillas romances o sea estribando en ellas, por lo cual no es extraño que la jarcha se llame también a veces markaz, que significa "punto de apoyo" o "estribo".

Para más información clicar aquí.
En este vídeo tienes una explicación muy interesante.